viernes, 14 de mayo de 2010

Los chilitos.



Querétaro me gusta, me gusta el paisaje, el ambiente, los alrededores y las sorpresas que me da.

El fin de semana pasado fui con mi familia al mercado de la Cruz, ubicado a proximidades del ex convento del mismo nombre donde estuvo “en capilla” Maximiliano de Habsburgo antes de ser fusilado en el cerro de las campanas; nosotros solo fuimos al mercado, aunque en breve trataré de ir al convento.

Al caminar entre los puestos del tianguis, después de degustar unos ricos tacos de guisados a manera de desayuno, encontré un puesto en el que para mi sorpresa, la mercancía que se exhibía eran: ¡pirámides de vasitos desechables llenos de “chilitos” y “borrachitas”!, para los habitantes de la zona y particularmente a los de San Luis de la Paz, esto podrá no causarles sorpresa, pero para mí fue toda una revelación.

¿Que qué son los chilitos y las borrachitas? Ahhhh!!! Pues nada más y nada menos que algunos de los frutos del semidesierto que abarca parte de los estados de Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí, y nacen de diferentes variedades de viznagas.
De niños, cuando íbamos a Vistahermosa, dentro de las actividades que desarrollábamos en el rancho de los abuelos, se encontraba el subir al enorme Pirúl al que llamábamos “El Club” en el que alguna vez grabamos las siglas “PUFPE” (explicarlas será motivo de otra plática), buscar hongos y verdolagas por las mañanas que seguían a los días de lluvia y por supuesto ir a la parte de atrás del bordo, al “monte” a buscar chilitos, borrachitas o garambullos; normalmente encontrábamos pocos, la tarea consistía en caminar entre magueyes, cardones, nopales, huizaches y mezquites, evitando las espinas de todos y localizar las biznagas de chilitos y de borrachitas. Es difícil encontrarlos, juntábamos pocos a costa de picarnos los dedos con las espinas, ¡la mayoría era devorada de inmediato!.
Los chilitos son pequeños frutos de un color rojo muy intenso y brillante, precisamente con forma de chiles muy pequeños, tienen un sabor sutil, dulce y un poco ácido, me compré un vasito y lo compartí con mis hijos, les platiqué que eran y me dio la impresión de que estaba dándoles un pedacito de mi niñez, al llegar a la casa, los que sobrevivieron, se integraron a una ensalada junto con una jícama, limón y chile (de a de veras) en polvo y la comí con mucho gusto, acompañado del recuerdo de mi hermano, mis hermanas y mis primos cuando éramos niños , por suerte en esta recolección de chilitos ninguno nos espinamos.

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